quinta-feira, 7 de março de 2024

 

 

TEMÁTICA:  Los dos últimos minutos del Cristo en la Cruz...”

 

Bienvenidos, tened Mi Paz, tened vuestra Paz. Tened el Amor que os legué y hacedlo fructificar.

Seré sintético, a vuestras almas y conciencias, será Mi mensaje. Más que nada, quisiera que comprendierais el Amor que os legué en aquella gota de sangre metafísica, que cada uno sin excepción tenéis a partir de aquel momento... de aquel momento...

Remontémonos a la historia, unamos los tiempos; bien sabéis del eterno presente, de que el tiempo es relativo, de que todo es aquí y ahora, fue y será.

Remontémonos a aquel momento, específicamente, cuando quedaban simplemente dos minutos... para partir... para exhalar el último suspiro. ¿Qué es lo que sucedió en mi cerebro, en mi corazón, en mis átomos, y en cada uno de los que allí estaban observando la escena? Cada uno... con sus temores... sus miedos... sus angustias... sus risas... sus burlas... sus traiciones... negaciones... Era un conglomerado de seres, almas, que no sabían siquiera lo que estaba sucediendo en el centro más álgido del núcleo Planetario.

Es cierto, sí, que en el momento final sobrevino un fuerte sismo, un gran temblor de tierra. Pero todo eso estaba milimétricamente marcado desde eones, porque acontecería un eclipse total de sol, en aquel preciso instante en que el Cristo volvería a sus orígenes, al Logos Solar, y Yo a mis propios orígenes y dimensiones, no sin antes dejar explicitado a quienes me amaron... a mis discípulos... apóstoles, masculinos, femeninas, a ella... todo lo que debería ser hecho después de mi partida.

Era un Plan trazado más que milenariamente para ese momento histórico de vuestro planeta, el cual sigue vigente, no lo olvidéis.

En aquellos dos últimos momentos que os voy a narrar, sucedieron mil años... dos mil... quien sabe; fue una historia dentro de Mi historia, porque en esos dos últimos minutos, Yo estaba pendiendo, entre cielo y tierra, en aquel madero; y necesariamente sentía que todo lo que se había hecho, debió ser así. Mas, no olvidéis una cosa: Mi Divinidad y Mi humanidad, ( porque también fui hombre), fui un ser como vosotros, de carne  y hueso, sentí frío y calor, morí de angustia y tuve grandes cosas y alegrías junto a los míos...

Entonces, un minuto de los dos últimos, lo voy a narrar a partir de mi humanidad, del hombre que era, entre todos los hombres.

¿Qué sintió mi ser humano ante estos instantes ultérrimos? ¿Miedo? Ya no, el miedo había pasado, el terrible miedo había pasado, ahora era el sufrimiento físico, espiritual, que me acongojaba, quienes se dolían debajo de Mi cruz... quienes lloraban por Mi partida... quienes también se burlaban... quienes no creían... quienes pasarían muchos siglos y siglos antes de que pudieran conocer lo que era la fe... la vida después de la vida, etc.

En un momento en que pude abrir apenas mis ojos, cuando ya el dolor era agudo e insoportable al inflamarse la pleura, era casi imposible respirar. Mas, aún quedaban las últimas palabras a ser pronunciadas, las cuales vendrían solamente después de Mi última y gran COMPRENSIÓN, que vendría después conjuntamente de Mi parte humana y Divina.

 

Mientras tanto, los segundos pasaban inexorablemente. Los estertores que la enfermedad del tétanos había hecho en esas largas horas de suspenso entre cielo y tierra... los clavos... las espinas... Todo eso fue dando un sinsabor álmico cada vez mayor. ¿Qué es lo que Yo debía aprender en ese último minuto de humanidad Mía? ¿Qué es lo que debía aprender? Estaba allí, y ya no estaría. Estaba allí, y recordaba mi promesa, mi promesa hecha a ella, a Miriam, así la llamaba... a María Magdalena: Miriam... así la llamaba. Le había dicho muchas veces, reiteradas veces: “Al tercer amanecer, ve, desciende los tres escalones de mármol rosado de esa concavidad rocosa, de ese lugar que me fue donado para reposar, y verás que dos ángeles abrirán esa gran piedra. No temerás, tendrás fe, e irás”. Y todo eso lo estaba recordando en mi último minuto de humanidad, es cierto. Vi su rostro y me acongojé más: estaba demacrada, y no entendía, aún no entendía por qué debía partir; mas un día entendería.

Por eso le dije: “Tú debes ser la primera en verme, en verme como soy después de la muerte, debes verme victorioso de la muerte; tú dirás al mundo Mi verdad, tú les dirás a los míos Mi verdad, dirás lo que has visto, la verdad; y no temerás de decir la verdad”.

Así le hablé a ella, y todas esas palabras en Mi cerebro, una y otra vez, latían con fuerza, con fuerza...; sentía que estaba llegando el fin, y una duda comenzó a carcomer Mi alma: ¿Habrá servido mi misión? ¿Era esa una real duda o era una inducción que venía de quien sabe donde? Eran mis últimos momentos... estaba débil... mi cerebro se apagaba lentamente. Lo último que quedaría era la Conciencia Crística antes de partir. Mas aún quedaban pocos segundos de Mi Conciencia humana, la que no comprendía ese último punto; como vosotros muchas veces no comprendéis, cuando llega un cierto momento en vuestras vidas, y decís para vuestros adentros: ¿Es que todo este dolor habrá servido de algo, habrá servido, habrá servido?... Y Yo os digo: sí que os sirve, sí que ha servido, sí que todo eso se irá transformando, si ya no lo ha hecho, en frutos de vida, en cambios. Ya no lloraréis en vano, os digo, ya es el tiempo, ya es el tiempo de la RESURRECCIÓN.

No os querré ver nunca más clavados a maderos, a dolores innecesarios, nunca más. Este es Mi Mensaje de esta Nochebuena, de este año, de este fin de año tierra que culmina. Porque os digo, realmente os digo, que el año entrante veréis cosas que no quisierais ver, y es inútil que vosotros tapéis vuestros ojos y vuestros oídos cuando todo suceda. Es mejor que ahora quitéis vuestros maderos, para que estéis leves, para poder ayudar a otros seres que no comprenderán, como aquellos debajo de la Cruz, no comprendían.

Estos son los últimos días y horas, en que los Iniciados pensarán como humanos. Tratad de comprended esto; más allá de mis palabras hay un mensaje intrínseco, intrínseco, importante. Lo más necesario, ahora, es una absoluta RESURRECCIÓN, interno-externa, cambiar códigos de conducta, hábitos que deben morir para que vosotros seáis diferentes criaturas, para que el cambio, redimensión de vuestros átomos, de vuestro ADN, se produzca sin fricciones. Por eso os ruego:no dejéis, no permitáis que termine ese año tierra sin haber producido vuestros grandes cambios en libertad.

Pero recordad una cosa, la libertad no viene de fuera, la libertad es una energía que vosotros creáis potencialmente a partir de determinaciones que, luego se transformarán en hechos de vida, visiones que serán eternas. Por eso cambiad, cambiad, cambiad.

El último minuto estaba culminando, y esa duda que embargaba mi alma profundamente y me agobiaba...aquella terrible pregunta última: ¿será que todo esto habrá servido de algo? Todo esto, de un momento para otro se diluyó cuando, escuchadme, cuando, olvidándome de Mi dolor, en un esfuerzo supremo, conseguí abrir mis ojos, mirar hacia abajo... más abajo de mis pies... escuchad, son simbologías: más allá de mis palabras, comprendedme... MAS ABAJO DE MIS PIES... allá abajo... estaban aquellos pobres seres que reían, lloraban, clamaban, se burlaban, aguardaban traspasarme. Y eso, amados, me causó enorme PIEDAD: el verlos a ellos, el saber en lo más profundo de Mi Ser, que ellos deberían pasar la lección de los largos años, tantas encarnaciones y encarnaciones, para poder comprender o vislumbrar Mi Mensaje, el que os estaba dejando a la vista.

Tendríais que destrozar todos vuestros cuerpos emocionales, mentales, áuricos; eso estaba a la vista, en Mi cuerpo, en Mi Ser: la flagelación. Vosotros deberíais vivir eso de otra forma. Mas, si no desintegrarais esto jamás podríais ser resurrectos, pasar a otros niveles, dimensiones. Debéis desintegrar todos los cuerpos, hábitos, adicciones emocionales que os traben la evolución.

Y esa fue Mi COMPRENSIÓN:  supe, realmente supe, en ese último segundo humano, supe, que mis lágrimas no serían en vano, por algo que estaba más allá de mi comprensión, supe; desde un punto muy interno en mi, supe que, todo esto, valdría la pena.

E inmediatamente comenzó el ULTIMO MINUTO A NIVEL DE MI DIVINIDAD, algo cambió en Mi cerebro, se transformó. Todo aquello que era absoluta tortura, hasta el respirar, hasta el abrir los ojos o entreabrirlos, fue un cambio tan grande... todo mi cerebro sufrió una expansión enorme, como si algo, aquel tabique que separa vuestros hemisferios cerebrales, no existiera más. Sentí que mi cerebro se expandía con una onda que no podía abarcar, ya no era un cerebro humano, ya no era un pensamiento humano, ya no era Yo con mi conciencia humana, era toda Mi Divinidad que se expandía, palmo a palmo, átomo a átomo, y todo se hizo dorado, absolutamente dorado. Mi visión, que primero estaba turbia y, luego, absolutamente negra, pasó inmediatamente a ser una Luz impresionante dorada, y sentí el Amor del Padre penetrar en cada célula. Me sentí Él en Mi, totalmente, Él en Mi...

Y esa palabra, que más que palabra fue un sentimiento: PADRE, esa sola palabra, me hizo sentir eternamente acompañado, eternamente amado, eternamente comprendido, para poder eternamente comprender a todos y cada uno de los seres de este planeta, y así fue. De un instante para otro, la ILUMINACIÓN fue, todo se iluminó, mis ojos se cerraron; mas aún, estaban corriendo los últimos segundos de Mi Conciencia Crística.  Mi parte Divina se estaba manifestando; nadie sabía lo que estaba sucediendo en este último minuto... nadie; excepto, cuando faltaban diez segundos apenas para el final, tuve que darle mi último mensaje a Miriam. Le dije, a través de mi mente, mientras ella desgarraba de dolor su alma: “Miriam, escúchame: volveré”. Tres veces hube de repetirlo en mi mente; a la tercera vez ella abrió los ojos. Ella no me vio, Yo la vi a ella, escuchad esta frase: ella no pudo ver Mi Divinidad, porque sus ojos estaban anegados en lágrimas; con ojos abiertos no pudo verme.  Yo la veía con mis ojos cerrados en el último instante. Y le dije lo último que debía decirle antes de partir: “Miriam........que me verás, y eso será pronto en el eterno presente: pasarán sólo minutos cósmicos y estaré entre ti y los míos, nuevamente; y volverán a pasar otros segundos cósmicos, y estaré entre todos vosotros. Más eso fue tan rápido... ella quedó de ojos abiertos, simplemente como, como escuchando algo que fue dirigido a su alma, no a sus oídos físicos, a su alma como un latir. Y ese mensaje quedó grabado por los siglos de los siglos, para que ella pudiera desempeñar su misión, luego, en conciencia, en estos tiempos tierra, donde existencia, sirviendo en algún lugar del planeta.

 Luego, la Luz que era dorada, se tornó tan intensa; literalmente pasé a otra dimensión, otro estado, y todo fue una Luz blanca tan enceguecedora... Luego de eso, la PAZ INFINITA, el ÉXTASIS, la RESURRECCIÓN. Yo ya no estaba en esta dimensión. Mi cuerpo sólo había quedado, Mi alma, me fue permitido salir del cuerpo.

Cuando un día repaséis estas palabras, estos dos minutos, quiero que lo hagáis una y otra vez, porque he dejado códigos impresos en esos dos minutos últimos, que son para vosotros, para cada uno. Son los dos últimos minutos del Cristo en la Cruz. Os he dejado un legado de sapiencia, de Conciencia, que deberéis plasmar antes que sobrevenga el final del sistema de cosas. Vosotros no tendréis que pasar más por la Cruz porque ya habéis estado pendientes en la Cruz. Yo vine a deciros y rogaros que salgáis de la Cruz, si aún estáis ahí.

Y si no lo estáis, y aún os quedan espinas simbólicas clavadas en vuestro cerebro, en vuestra mente, si aún tenéis recuerdos dolorosos que se clavan agudamente en vosotros, os ruego, trascendedlos antes que comience el nuevo año, trascendedlos.

Olvidad y perdonad lo que os fue hecho porque todo, vosotros lo pedisteis; todo y cada uno de los momentos de dolor, vosotros lo pedisteis, antes de encarnar.

Y todos y cada uno de les seres que estuvieron a vuestro derredor, antes, ahora, en esta encarnación, vosotros hicisteis un acuerdo de almas. Todos fuisteis maestros de todos, madres, padres, hijos con madres, padres con hijos, esposos con esposas, etc.

Todos os distéis la lección del tiempo. Ahora es el tiempo del perdón, del perdón humano, porque a nivel “almas” estáis todos perdonados. En vuestra alma ya estáis en el segundo minuto, en el dorado segundo minuto de conciencia. Mas, el último minuto humano debéis vivirlo ahora, antes que termine el año, expandiendo vuestro AMOR, vuestra COMPASIÓN y PERDONANDO, PERDONANDO lo que aún quede como dolor en vosotros.

Y, también os ruego, AUTOPERDONAROS, de cualquier falla, de cualquier error; todo esto está sanado y perdonado, creedme que es así. Vuestra humanidad, recordadlo, es imperfecta. Vosotros estáis en el último minuto humano, simbólicamente hablando; entonces, PERDONAOS vuestras fallas, errores. Hicisteis lo que pudisteis, estáis haciendo lo mejor de vosotros, entonces, PERDONAOS.

No carguéis cruces que no deben llevarse en éste tiempo, no. Perdonaos, aligerad vuestras cargas, aligerad el corazón, no hay por qué temer, no hay de qué temer.

Esta es la cercanía del tiempo vuestro, del dorado tiempo en donde volveréis a verme... en donde volveréis a verme. Porque lo que no sabéis, es que NUNCA ME FUI. Es bien cierto que hube de pasar a otras dimensiones, es bien cierto; no podría quedarme dentro del éter planetario, es bien cierto. Mas os digo: si quisierais saber ahora, hace apenas ahora tres segundos cósmicos de Mi Resurrección.

Entonces, nada se detuvo, todo siguió el curso de la historia, nada se ha detenido, vosotros sois los que cambiasteis de rostro, de vestidura, de carne; pero sois vosotros, al fin y al cabo, los que estuvisteis allí, esos momentos, junto a Mi.

¿Creéis por ventura que si hoy estáis aquí, en la culminación de un año tan simbólico como el 2005, (sumad los dígitos), creéis por ventura que si hoy estáis autoconvocados en estos precisos instantes, es simplemente, acaso por azar, por coincidencia?. No creáis eso. Vosotros fuisteis de los pocos que, estando allí, en aquellos minutos, sentisteis que regresaría, y sentisteis internamente una sagrada promesa que os hice y que os hicisteis, porque Yo sentí vuestras almas decirme: “Rabí, en el último tiempo, estaré junto a ti”, y estamos. Y eso es eterno, ESTAMOS...

Por eso quise convocaros a quienes creyeron aquel día, aquel momento, aquel instante, para deciros que falta poco tiempo para el tiempo dorado; para deciros que nada ni nadie puede dañaros ya; que las grandes pruebas del discipulado y la Iniciación están cumplidas. Lo que ahora debéis hacer es mantener la nota fuerte de la FE, del PERDÓN... del PERDÓN.

En ese tercer día, al amanecer, Miriam estuvo allí. Dos de las personas que la acompañaron quedaron a determinados metros de distancia, como ya había sido planificado. Ella sabía que Yo cumpliría. Ella estuvo a la hora convenida. El sol comenzaba a nacer. Aquel lugar que me fue cedido por José, amado José de Arimatea, tenía, o estaba compuesto de mármol rosado; tres escalones que descendían ante la cripta.

Y dos ángeles, como fue convenido, dos Seres de quinta dimensión, si queréis llamarlo así, le dieron la bienvenida y le dijeron: “María, por tu fe, los caminos están abiertos”. Y no hubo ningún impedimento en entrar en el Sagrado lugar. Allí, a prudente distancia, la aguardaba; una Luz blanquecina y rosada, de purísimo Amor, nos envolvía.

No puedo detallar lo que sucedió porque está más allá del tiempo, la energía y la distancia. Mi hombre y su mujer, Mi humanidad, Su humanidad, Mi Divinidad, Su Divinidad; todo era un crisol, todo eso era el Amor más puro que podía existir. Pocas palabras le dije, mas una, una frase fue esencial para ella…un recordatorio para todas sus encarnaciones posteriores, de preparación para este tiempo final. Le dije: “Miriam, debes prepararte: serás guerrera, serás mártir, serás esclava, tendrás poder; mas nunca te olvidarás de Servirme, del Propósito del Padre. Y, aunque tengas poder y gloria, recuerda lo que te he enseñado: la HUMILDAD ES LA GRAN PUERTA QUE TE DARÁ SOSTEN”.

Y así sucedió, y no hubo más palabras; y eso es lo que hoy os digo a vosotros que estáis abriendo la puerta de vuestra propia cripta. Manteneos firmes, ya que no hay más por qué ser mártires; es tiempo de CELEBRACIÓN, es tiempo de RESURRECCIÓN, es tiempo de vivir la nueva tierra cuando todo haya sido limpiado.

El año 2006 será, y no os asustéis por favor, el año de la embestida masiva. Mas, vosotros, si estáis enhiestos, limpios, pulcros vuestros procesos, estaréis como Miriam, como María Magdalena, en el momento cierto, en la hora justa, en el lugar exacto. Preparados y sabios para enfrentar el momento de gloria.

Recordad que el dolor y el éxtasis van juntos, unidos. Cuando veáis lo que veréis, cuando vuestros congéneres estén pasando su gran momento de limpieza............ (Cambio de cara del cassette)

¿Por qué no se puede tener lástima...? Porque lamentar lo que ellos mismos han pedido, no les haría bien. Vosotros estad fuertes, firmes.

Me gustaría decir hoy, un recordatorio de los minutos simbólicos últimos del Cristo, y de vuestros propios Cristos internos. La FE moverá, no solamente montañas, moverá el Planeta. Entonces, multiplicad la FE, multiplicad el CORAJE. Investios con ropaje de guerreros de Luz, de guerreros de PAZ, aquellos que están prontos para la gran desintegración de su yo inferior, prontos y preparados desde su gran Yo Superior, para poder acudir al gran llamado último, simbólicamente como fue llamado: “EL GRAN BANQUETE”.

Recordad que lo único que llevaréis con vosotros es vuestra evolución, recordadlo, ningún bien material, ninguna posesión. Ni siquiera ilusiones; la ilusión es un tejido mental. Llevaréis concreciones, realidades, hermosas realidades que estarán plasmadas en los registros más profundos de vuestros átomos.

A partir de esos registros: seréis aceptados en los mundos superiores, en las naves de reciclaje, o arrebatamiento masivo, para luego poder ser devueltos, una vez la limpieza sea, a vuestro astro madre, que habrá cambiado de faz, completamente.

Ya no son palabras ni informaciones, os estoy F-O-R-M-A-N-D-O, como en  aquellos tiempos. Mas, ahora, no pasarán dos mil y tantos años tierra; ahora estáis prontos para lo que viene.

Mi único pedido es estad enhiestos, mantened la FE y la HUMILDAD, como las dos llaves más sagradas de vuestra existencia: FE y HUMILDAD.

Mi último mensaje será sin palabras, a vuestros corazones; tomaos de las manos. Sentiréis una palabra clave que os daré para vuestro proceso. Sentidla.

Observad, así, en unidad, prevaleceréis. Durante muchos años, más de veinte años, os vengo diciendo, una y otra vez: “SÓLO DE MANOS JUNTAS LLEGARÉIS”. Y este es Mi pedido, que lleguéis de manos juntas. Hermanados, apoyándoos mutuamente.

Mi mensaje, muchas más almas querrán oírlo. Cuento con vosotros, porque este ya no es mi cuerpo, esto es la Gloria que comparto con vosotros, y la Resurrección. Llevad también, un trozo de pan para quien lo precise; para otras almas, y así como multiplicaréis el pan, multiplicad mi mensaje último del 2005. Haced que otros hermanos vuestros comprendan qué es lo que deben vivenciar.

 

 

El año que viene es la GRAN PRUEBA PLANETARIA. Recordad. Por eso os ruego que estéis bien. Pero luego veréis la EDAD DE ORO instaurarse en el Planeta. Costará lágrimas, quizás, comprender desde el alma, pero todo está pronto. Multiplicadme, Multiplicadme.

Debed ser como niños, reid más, jugad más, manifestad vuestras Sagradas emociones, no os reprimáis. ESTAMOS, SOMOS. Compadeceos de vuestros hermanos. Tened Paz, os di mi Paz, tendréis mi Paz para siempre. Amén. 

                                               MAESTRO  JESÚS  EL  CRISTO

 

 


 


 

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