TEMÁTICA: “ Los dos últimos minutos del Cristo en
Bienvenidos, tened Mi Paz, tened vuestra
Paz. Tened el Amor que os legué y hacedlo fructificar.
Seré sintético, a vuestras almas y conciencias,
será Mi mensaje. Más que nada, quisiera que comprendierais el Amor que os legué
en aquella gota de sangre metafísica, que cada uno sin excepción tenéis a
partir de aquel momento... de aquel
momento...
Remontémonos a la historia, unamos los tiempos;
bien sabéis del eterno presente, de que el tiempo es relativo, de que todo es
aquí y ahora, fue y será.
Remontémonos a aquel momento, específicamente, cuando
quedaban simplemente dos minutos... para partir... para exhalar
el último suspiro. ¿Qué es lo que sucedió en mi cerebro, en mi corazón, en mis
átomos, y en cada uno de los que allí estaban observando la escena? Cada uno...
con sus temores... sus miedos... sus angustias... sus risas... sus burlas...
sus traiciones... negaciones... Era un conglomerado de seres, almas, que no
sabían siquiera lo que estaba sucediendo en el centro más álgido del núcleo
Planetario.
Es cierto, sí, que en el momento final sobrevino
un fuerte sismo, un gran temblor de tierra. Pero todo eso estaba
milimétricamente marcado desde eones, porque acontecería un eclipse total de
sol, en aquel preciso instante en que el Cristo volvería a sus orígenes,
al Logos Solar, y Yo a mis propios orígenes y dimensiones, no sin antes
dejar explicitado a quienes me amaron... a mis discípulos... apóstoles,
masculinos, femeninas, a ella... todo lo que debería ser hecho después de mi
partida.
Era un Plan trazado más que milenariamente para
ese momento histórico de vuestro planeta, el cual sigue vigente, no lo
olvidéis.
En aquellos dos últimos momentos que os voy a
narrar, sucedieron mil años... dos mil... quien sabe; fue una historia dentro
de Mi historia, porque en esos dos últimos minutos, Yo estaba pendiendo, entre
cielo y tierra, en aquel madero; y necesariamente sentía que todo lo que se había
hecho, debió ser así. Mas, no olvidéis una cosa: Mi Divinidad y Mi humanidad, (
porque también fui hombre), fui un ser como vosotros, de carne y hueso, sentí frío y calor, morí de angustia
y tuve grandes cosas y alegrías junto a los míos...
Entonces, un minuto de los dos últimos, lo voy a
narrar a partir de mi humanidad, del hombre que era, entre todos los hombres.
¿Qué sintió mi ser humano ante estos instantes
ultérrimos? ¿Miedo? Ya no, el miedo había pasado, el terrible miedo había
pasado, ahora era el sufrimiento físico, espiritual, que me acongojaba, quienes
se dolían debajo de Mi cruz... quienes lloraban por Mi partida... quienes
también se burlaban... quienes no creían... quienes pasarían muchos siglos y
siglos antes de que pudieran conocer lo que era la fe... la vida después de la
vida, etc.
En un momento en que pude abrir apenas mis ojos,
cuando ya el dolor era agudo e insoportable al inflamarse la pleura, era casi
imposible respirar. Mas, aún quedaban las últimas palabras a ser pronunciadas, las
cuales vendrían solamente después de Mi última y gran COMPRENSIÓN, que
vendría después conjuntamente de Mi parte humana y Divina.
Mientras tanto, los segundos pasaban
inexorablemente. Los estertores que la enfermedad del tétanos había hecho en
esas largas horas de suspenso entre cielo y tierra... los clavos... las
espinas... Todo eso fue dando un sinsabor álmico cada vez mayor. ¿Qué es lo que
Yo debía aprender en ese último minuto de humanidad Mía? ¿Qué es lo que debía
aprender? Estaba allí, y ya no estaría. Estaba allí, y recordaba mi promesa, mi
promesa hecha a ella, a Miriam, así la llamaba... a María Magdalena: Miriam... así
la llamaba. Le había dicho muchas veces, reiteradas veces: “Al tercer
amanecer, ve, desciende los tres escalones de mármol rosado de esa concavidad
rocosa, de ese lugar que me fue donado para reposar, y verás que dos ángeles
abrirán esa gran piedra. No temerás, tendrás fe, e irás”. Y todo eso lo
estaba recordando en mi último minuto de humanidad, es cierto. Vi su rostro y
me acongojé más: estaba demacrada, y no entendía, aún no entendía por qué debía
partir; mas un día entendería.
Por eso le dije: “Tú debes ser la primera en
verme, en verme como soy después de la muerte, debes verme victorioso de la
muerte; tú dirás al mundo Mi verdad, tú les dirás a los míos Mi verdad, dirás
lo que has visto, la verdad; y no temerás de decir la verdad”.
Así le hablé a ella, y todas esas palabras en Mi
cerebro, una y otra vez, latían con fuerza, con fuerza...; sentía que estaba
llegando el fin, y una duda comenzó a carcomer Mi alma: ¿Habrá servido mi
misión? ¿Era esa una real duda o era una inducción que venía de quien sabe
donde? Eran mis últimos momentos... estaba débil... mi cerebro se apagaba
lentamente. Lo último que quedaría era
No os querré ver nunca más clavados a maderos, a
dolores innecesarios, nunca más. Este es Mi Mensaje de esta
Nochebuena, de este año, de este fin de año tierra que culmina. Porque os
digo, realmente os digo, que el año entrante veréis cosas que no quisierais
ver, y es inútil que vosotros tapéis vuestros ojos y vuestros oídos cuando todo
suceda. Es mejor que ahora quitéis vuestros maderos, para que estéis leves,
para poder ayudar a otros seres que no comprenderán, como aquellos debajo de
Estos son los últimos días y horas, en que los
Iniciados pensarán como humanos. Tratad de comprended esto; más allá de mis
palabras hay un mensaje intrínseco, intrínseco, importante. Lo más necesario,
ahora, es una absoluta RESURRECCIÓN, interno-externa, cambiar códigos de
conducta, hábitos que deben morir para que vosotros seáis diferentes criaturas,
para que el cambio, redimensión de vuestros átomos, de vuestro ADN, se produzca
sin fricciones. Por eso os ruego:no dejéis, no permitáis que termine ese año
tierra sin haber producido vuestros grandes cambios en libertad.
Pero recordad una cosa, la libertad no viene de
fuera, la libertad es una energía que vosotros creáis potencialmente a partir
de determinaciones que, luego se transformarán en hechos de vida, visiones que
serán eternas. Por eso cambiad, cambiad, cambiad.
El último minuto estaba culminando, y esa duda que
embargaba mi alma profundamente y me agobiaba...aquella terrible pregunta
última: ¿será que todo esto habrá servido de algo? Todo esto, de un momento
para otro se diluyó cuando, escuchadme, cuando, olvidándome de Mi dolor, en un
esfuerzo supremo, conseguí abrir mis ojos, mirar hacia abajo... más abajo de
mis pies... escuchad, son simbologías: más allá de mis palabras, comprendedme...
MAS ABAJO DE MIS PIES... allá
abajo... estaban aquellos pobres seres que reían, lloraban, clamaban, se
burlaban, aguardaban traspasarme. Y eso, amados, me causó enorme PIEDAD:
el verlos a ellos, el saber en lo más profundo de Mi Ser, que ellos deberían
pasar la lección de los largos años, tantas encarnaciones y encarnaciones, para
poder comprender o vislumbrar Mi Mensaje, el que os estaba dejando a la vista.
Tendríais que destrozar todos vuestros cuerpos
emocionales, mentales, áuricos; eso estaba a la vista, en Mi cuerpo, en Mi Ser:
la flagelación. Vosotros deberíais vivir eso de otra forma. Mas, si no
desintegrarais esto jamás podríais ser resurrectos, pasar a otros niveles,
dimensiones. Debéis desintegrar todos los cuerpos, hábitos, adicciones
emocionales que os traben la evolución.
Y esa fue Mi COMPRENSIÓN: supe, realmente supe, en ese último segundo
humano, supe, que mis lágrimas no serían en vano, por algo que estaba más
allá de mi comprensión, supe; desde un punto muy interno en mi, supe que, todo
esto, valdría la pena.
E inmediatamente comenzó el ULTIMO MINUTO A NIVEL DE MI DIVINIDAD, algo cambió en Mi cerebro,
se transformó. Todo aquello que era absoluta tortura, hasta el respirar, hasta
el abrir los ojos o entreabrirlos, fue un cambio tan grande... todo mi cerebro sufrió
una expansión enorme, como si algo, aquel tabique que separa vuestros
hemisferios cerebrales, no existiera más. Sentí que mi cerebro se expandía con
una onda que no podía abarcar, ya no era un cerebro humano, ya no era un
pensamiento humano, ya no era Yo con mi conciencia humana, era toda Mi
Divinidad que se expandía, palmo a palmo, átomo a átomo, y todo se hizo dorado,
absolutamente dorado. Mi visión, que primero estaba turbia y, luego,
absolutamente negra, pasó inmediatamente a ser una Luz impresionante dorada, y
sentí el Amor del Padre penetrar en cada célula. Me sentí Él en Mi,
totalmente, Él en Mi...
Y esa palabra, que más que palabra fue un
sentimiento: PADRE, esa sola palabra, me hizo sentir eternamente
acompañado, eternamente amado, eternamente comprendido, para poder eternamente
comprender a todos y cada uno de los seres de este planeta, y así fue. De un
instante para otro,
Luego,
Cuando un
día repaséis estas palabras, estos dos
minutos, quiero que lo hagáis una y otra vez, porque he dejado códigos impresos en esos dos minutos
últimos, que son para vosotros, para cada uno. Son los dos últimos minutos del Cristo en
Y si no lo
estáis, y aún os quedan espinas simbólicas clavadas en vuestro cerebro, en
vuestra mente, si aún tenéis recuerdos dolorosos que se clavan agudamente en
vosotros, os ruego, trascendedlos antes que comience el nuevo año,
trascendedlos.
Olvidad y
perdonad lo que os fue hecho porque todo, vosotros lo pedisteis; todo y cada
uno de los momentos de dolor, vosotros lo pedisteis, antes de encarnar.
Y todos y
cada uno de les seres que estuvieron a vuestro derredor, antes, ahora, en esta
encarnación, vosotros hicisteis un acuerdo de almas. Todos fuisteis maestros de
todos, madres, padres, hijos con madres, padres con hijos, esposos con esposas,
etc.
Todos os
distéis la lección del tiempo. Ahora es el tiempo del perdón, del perdón
humano, porque a nivel “almas” estáis todos perdonados. En vuestra alma ya
estáis en el segundo minuto, en el dorado segundo minuto de conciencia. Mas, el
último minuto humano debéis vivirlo ahora, antes que termine el año,
expandiendo vuestro AMOR, vuestra COMPASIÓN y PERDONANDO, PERDONANDO
lo que aún quede como dolor en vosotros.
Y, también
os ruego, AUTOPERDONAROS, de cualquier falla, de cualquier error; todo
esto está sanado y perdonado, creedme que es así. Vuestra humanidad,
recordadlo, es imperfecta. Vosotros estáis en el último minuto humano,
simbólicamente hablando; entonces, PERDONAOS vuestras fallas, errores.
Hicisteis lo que pudisteis, estáis haciendo lo mejor de vosotros, entonces, PERDONAOS.
No
carguéis cruces que no deben llevarse en éste tiempo, no. Perdonaos, aligerad
vuestras cargas, aligerad el corazón, no hay por qué temer, no hay de qué
temer.
Esta es la
cercanía del tiempo vuestro, del dorado tiempo en donde volveréis a verme... en
donde volveréis a verme. Porque lo que no sabéis, es que NUNCA ME FUI.
Es bien cierto que hube de pasar a otras dimensiones, es bien cierto; no podría
quedarme dentro del éter planetario, es bien cierto. Mas os digo: si quisierais
saber ahora, hace apenas ahora tres segundos cósmicos de Mi Resurrección.
Entonces,
nada se detuvo, todo siguió el curso de la historia, nada se ha detenido,
vosotros sois los que cambiasteis de rostro, de vestidura, de carne; pero sois
vosotros, al fin y al cabo, los que estuvisteis allí, esos momentos, junto a
Mi.
¿Creéis
por ventura que si hoy estáis aquí, en la culminación de un año tan simbólico
como el 2005, (sumad los dígitos), creéis por ventura que si hoy estáis
autoconvocados en estos precisos instantes, es simplemente, acaso por azar, por
coincidencia?. No creáis eso. Vosotros fuisteis de los pocos que, estando
allí, en aquellos minutos, sentisteis que regresaría, y sentisteis internamente
una sagrada promesa que os hice y que os hicisteis, porque Yo sentí vuestras
almas decirme: “Rabí, en el último tiempo, estaré junto a ti”, y estamos. Y eso
es eterno, ESTAMOS...
Por eso
quise convocaros a quienes creyeron aquel día, aquel momento, aquel instante,
para deciros que falta poco tiempo para el tiempo dorado; para deciros que nada
ni nadie puede dañaros ya; que las grandes pruebas del discipulado y
En ese
tercer día, al amanecer, Miriam estuvo allí. Dos de las personas que la
acompañaron quedaron a determinados metros de distancia, como ya había sido
planificado. Ella sabía que Yo cumpliría. Ella estuvo a la hora convenida. El
sol comenzaba a nacer. Aquel lugar que me fue cedido por José, amado José de
Arimatea, tenía, o estaba compuesto de mármol rosado; tres escalones que
descendían ante la cripta.
Y dos
ángeles, como fue convenido, dos Seres de quinta dimensión, si queréis llamarlo
así, le dieron la bienvenida y le dijeron: “María, por tu fe, los caminos están
abiertos”. Y no hubo ningún impedimento en entrar en el Sagrado lugar.
Allí, a prudente distancia, la aguardaba; una Luz blanquecina y rosada, de
purísimo Amor, nos envolvía.
No puedo
detallar lo que sucedió porque está más allá del tiempo, la energía y la
distancia. Mi hombre y su mujer, Mi humanidad, Su humanidad, Mi Divinidad,
Su Divinidad; todo era un crisol, todo eso era el Amor más puro
que podía existir. Pocas palabras le dije, mas una, una frase fue esencial para
ella…un recordatorio para todas sus encarnaciones posteriores, de preparación
para este tiempo final. Le dije: “Miriam, debes prepararte: serás guerrera,
serás mártir, serás esclava, tendrás poder; mas nunca te olvidarás de Servirme,
del Propósito del Padre. Y, aunque tengas poder y gloria, recuerda lo que te he
enseñado:
Y así
sucedió, y no hubo más palabras; y eso es lo que hoy os digo a vosotros que
estáis abriendo la puerta de vuestra propia cripta. Manteneos firmes, ya que no
hay más por qué ser mártires; es tiempo de CELEBRACIÓN, es tiempo de RESURRECCIÓN,
es tiempo de vivir la nueva tierra cuando todo haya sido limpiado.
El año
2006 será, y no os asustéis por favor, el año de la embestida masiva. Mas,
vosotros, si estáis enhiestos, limpios, pulcros vuestros procesos, estaréis
como Miriam, como María Magdalena, en el momento cierto, en la hora justa, en
el lugar exacto. Preparados y sabios para enfrentar el momento de gloria.
Recordad
que el dolor y el éxtasis van juntos, unidos. Cuando veáis lo que veréis,
cuando vuestros congéneres estén pasando su gran momento de limpieza............
(Cambio de cara del cassette)
¿Por qué
no se puede tener lástima...? Porque lamentar lo que ellos mismos han pedido,
no les haría bien. Vosotros estad fuertes, firmes.
Me
gustaría decir hoy, un recordatorio de los minutos simbólicos últimos del
Cristo, y de vuestros propios Cristos internos.
Recordad
que lo único que llevaréis con vosotros es vuestra evolución, recordadlo,
ningún bien material, ninguna posesión. Ni siquiera ilusiones; la ilusión es un
tejido mental. Llevaréis concreciones, realidades, hermosas realidades que estarán
plasmadas en los registros más profundos de vuestros átomos.
A partir
de esos registros: seréis aceptados en los mundos superiores, en las naves de
reciclaje, o arrebatamiento masivo, para luego poder ser devueltos, una vez la
limpieza sea, a vuestro astro madre, que habrá cambiado de faz, completamente.
Ya no son
palabras ni informaciones, os estoy F-O-R-M-A-N-D-O, como en aquellos tiempos. Mas, ahora, no pasarán dos
mil y tantos años tierra; ahora estáis prontos para lo que viene.
Mi único
pedido es estad enhiestos, mantened
Mi último
mensaje será sin palabras, a vuestros corazones; tomaos de las manos. Sentiréis
una palabra clave que os daré para vuestro proceso. Sentidla.
Observad,
así, en unidad, prevaleceréis. Durante muchos años, más de veinte años, os
vengo diciendo, una y otra vez: “SÓLO DE MANOS JUNTAS LLEGARÉIS”. Y este
es Mi pedido, que lleguéis de manos juntas. Hermanados, apoyándoos
mutuamente.
Mi
mensaje, muchas más almas querrán oírlo. Cuento con vosotros, porque este ya no
es mi cuerpo, esto es
El año que
viene es
Debed ser
como niños, reid más, jugad más, manifestad vuestras Sagradas emociones, no os
reprimáis. ESTAMOS, SOMOS. Compadeceos de vuestros hermanos. Tened
Paz, os di mi Paz, tendréis mi Paz para siempre. Amén.
MAESTRO JESÚS
EL CRISTO
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