CANALIZACIÓN
DEL MAESTRO JESÚS EN EL DÍA DE CORPUS CHRISTI. 11/06/2020
SHALOM…
Mi paz esté con vosotros ahora y siempre.
Ni
un segundo ha pasado y todo el tiempo ha pasado.
Hablemos
del tiempo. El tiempo que a veces quiere soslayarse, que a veces quiere
detenerse, que a veces queréis prolongar, que a veces no queréis vivirlo. Lo
cortáis, lo recortáis, lo alargáis, lo prolongáis, lo dilatáis, lo posponéis.
El tiempo... el tiempo, Cronos, Saturno...el gran Maestro del tiempo y del Karma. Este es un año de finalización. Este año 2.020
termina un ciclo muy grande de aprendizaje, desde Mi estancia en la Tierra como
Jesús el Cristo.
Muchas
veces vosotros creéis estar inmersos en grandes hondonadas o abismos. Otras
veces, quisierais ser otras personas, vivir otras vidas, otros romances y otras
ilusiones, cambiar vuestro destino, ser más ricos, más famosos, más hermosos.
¡Cuánto tiempo perdéis en ese tiempo vuestro! ¡Cuánto tiempo perdéis! ¡Cuánto
tiempo perdéis en tomar una decisión, cuánto se desgasta vuestro campo
áurico cuando dilatáis una decisión que puede cambiar vuestra vida, que puede
ahorraros el karma restante! ¡Que puede solucionar los tránsitos duros que
estáis viviendo! Pero eso, desde aquel día en la Cruz no fue comprendido por esta
humanidad. Y así, hoy las cosas son y están como son. Pero esta es la gran
prueba. Esta es la gran crucifixión de la raza. Debíais pasarlas todos
juntos. Una gran prueba, un fin de ciclo.
Muchos
dijeron que Yo había muerto en la Cruz, y que allí había acabado la historia.
De hecho, lo veis en todas las iglesias católicas: Mi imagen con Mi cuerpo
sangrante y crucificado. Pero la
historia no fue así. Yo resucité. Los números cobran vigencia y lugar, porque
el número tres, la Trinidad, los tres días…y a los tres días yo estaba entre
vosotros. Solo a una persona le dije que fuera al sepulcro; y ella, obediente a
mí, mi esposa legítima, a la que llamaron Magdalena, mientras que su nombre era
Miriam; pues bien, fue la que tuvo fe, la única.
Nadie
creyó en Mi Resurrección, como ahora no están creyendo que haya una solución
para este gran dilema. En el universo
todo tiene ciclos, millones de ciclos diferentes. Hay agujeros negros, pliegues
del tiempo, hay ciclos, hay dobleces; hay tanta cosa que desconocéis. Seria en
vano y vuestras mentes no lo podrían comprender. Pero lo que si hay, y podéis
comprender, es el AQUÍ y el AHORA, que es lo que os enseñamos a vivir.
Es lo único que podéis tener, disfrutar o negar. Depende de
vosotros la decisión. El continuar negándoos es continuar sufriendo en la
cruz. El aceptar el vivir en el aquí y ahora de la mejor manera posible,
tomar las decisiones mejores para vuestro espíritu, eso es la resurrección,
esos son los que serán arrebatados; no los crucificados, no los crucificados. Por eso a esto que llamáis “la gran pandemia”,
la quizá, más importante de toda la historia de la humanidad, viene a enseñaros
la importancia de la Resurrección, del tomar decisiones inmediatas en vuestras
vidas, del perdonar, en realidad y en verdad; en decir: “yo acepto ser
feliz, yo acepto porque yo ahora soy, soy, soy lo que soy.” Eso es lo que todos están negando y aquellos
que lo están negando están muriéndose, utilizando una palabra vuestra:
muriéndose. Muriéndose en las plazas públicas, como fue dicho en Apocalipsis.
Apocalipsis… es el fin, prácticamente. Es el fin de un ciclo, de un ciclo que
debe terminar, sí. Pero no quizá como vosotros lo pensáis o lo imagináis. No podríais
imaginaros cómo. Se pasarán todas las pruebas, una a una, sin saltear ninguna;
y vosotros deberéis ser fuertes, como os dije, como yo fui en la Cruz. Ahora
vosotros debéis ser fuertes. Pasar la prueba, blanquear vuestras túnicas y
estar preparados para el gran arrebatamiento.
El
Evangelio de Juan no es otra cosa que el Evangelio de María Magdalena. Porque
ella tenía que vestirse de hombre para poder estar junto a mí, a mi lado, y su
nombre, el que ella se puso, fue Juan. Lo pudisteis ver en la Ultima Cena, lo
pudisteis ver en la Gran Pintura… (*Se refiere a la última cena por Leonardo da
Vinci). Ella estuvo siempre a mi lado, nunca se separó de mí. Porque en
realidad, los verdaderos esposos no deberían separarse, deberían estar más
unidos que nunca. Pero claro, es mejor, para algunos, sentirse más libres,
“libres” entre comillas, porque no se aman, y esa es la gran negación del mundo
de hoy, la degradación y la prueba final.
¿No
os pusisteis a pensar que esos millares y millones de seres que van a morir
aun en el pico de esta pandemia, el cual ya ha empezado, Junio/Julio… no
pensasteis, quizá, que eran vuestros ancestros, o vuestros otros yoes, los que
fuisteis? Porque muchos ancestros sois ahora vosotros reencarnados. Ahora
bien, millares y millares y millares de seres que mueren ahora en este pico de
pandemia, son parte de la gran limpieza de la Tierra… ¿Por qué? ¿Recordáis cuánto
os enseñamos de tantas almas, espíritus desencarnados que no han querido irse
de la Tierra? ¿Recordáis eso? Pues bien, ahora se irán. Porque ahora,
ahora, en cuerpos nuevos, ellos han querido reencarnar de vuelta, volver a
vivir de vuelta, o utilizar un cuerpo, o utilizar inductores, vectores, hilos
conducentes. Sus propios hijos, nietos, bisnietos, descendientes, para vivir lo
que ellos no podían vivir. Pues ahora, esos cuerpos que veréis amontonados por
millones, muertos, ellos serán vuestros
ancestros que quisieron vivir lo que no
debían vivir, que no aceptaron su destino, que se quedaron en la Tierra para
hacer daño, para obsesar, para obsidiar, para hacer daño a los que estaban
vivos, a sus propios descendientes.
Ellos estarán allí en la Gran Hoguera. No tendrán siquiera tumbas
propias, ni velorios ni seres amados a su lado. Por eso os decimos “Cerrad
puertas y ventanas, no miréis hacia afuera”. Así como yo mismo se lo dije a
Juan XXIII, el Papa: “Cerrad puertas y ventanas, no miréis hacia afuera”. Es un ciclo ya terminante. La Tierra debe
purificarse, cerrarse, apagarse y encenderse de vuelta una vez limpia, y luego,
ser un hogar brillante para que las almas de los “mansos” puedan heredarla y
volver a vivir en ella.
Mucho
se está hablando sobre ciclos, tiempos, profecías y demás. Muchas películas, mucha astrología, y es
cierto, este es el término de un ciclo, pero no es el fin del mundo, es
el fin de un ciclo. Las personas hablan mitad de verdades y mitades de
mentiras, porque nadie conoce la verdad absoluta; sólo Nosotros desde nuestros
planos. Vosotros no seréis los mismos una vez todo esto cambie de estructura,
cambie de paradigmas, se haya hecho la limpieza. Vosotros no viviréis en el mismo mundo que
ahora, quizá ni siquiera tengáis la misma apariencia y ni siquiera habréis
desencarnado, habréis mutado, habréis hecho la metamorfosis.
Si
yo estuve tres días y tres noches en mi sepulcro, desfigurado, mi rostro, mi
cuerpo, todo abierto y sangrante, todo lleno de llagas, y al tercer día mi cuerpo
estaba radiante, ¿por qué no el vuestro? ¿Por qué no la metamorfosis pueda
ocurrir en vosotros también, cabras mías? Este es el mensaje, esta es la fe
que os propongo, esta es la esperanza que os digo. Tened paciencia, sed
perseverantes, no decaigáis, manteneos unidos. Amaos los unos a los otros. Eso es lo que siempre os dije y os diré
siempre: Amaos los unos a los otros. Apoyaos en todo sentido. Cerca y
distantemente, porque un día os digo y os prometo, todos estaréis juntos. Mis
mansos se unirán todos en un gran abrazo, y ya las trompetas se escucharán no
como tales, sino como cantos angelicales en la Tierra, junto al que un día
estuvo con vosotros, está y estará
siempre: el Cristo.
No
creáis en infiernos, no creáis en profecías falsas. Creed en fines de ciclos,
creed que Sí os volveréis a abrazar, os lo prometo, creedme que Sí os
volveréis a ver. Creedme. Creed que Si volveréis a demostrar el amor a quienes
ahora no podéis; creedme. Porque esa es la promesa del Cristo.
No
hay un futuro incierto. El plan de la Luz es absolutamente cierto y real. La
oscuridad tiene sus planes, los ha llevado a cabo; no obstante no os ha
destruido. Es impotente frente a vosotros. Frente al amor que sentís, frente a
vuestra conducta intachable. Eso os dice que el plan de la Luz es perfecto;
que la luz ha ganado y siempre será así. Los vericuetos del tiempo son
insondables. No rebusquéis en lo que no comprendéis. Más bien, vivid como
siempre, y serán mis últimas palabras, en el aquí y en el ahora. Pero… pero…
escuchadme muy bien ahora: ¡Ay de aquél que deje pasar un segundo, un minuto
del aquí y del ahora, sin amarse y sin amar! Ese no estará entre
los mansos. Menos, en el arrebatamiento.
Mi
paz os dejo siempre y mi paz está en vosotros, cuando así lo anheláis. Os insto
ahora, mis pequeños, mis amados, a que os recostéis tranquilos u os quedéis
atentos, neutros, porque iréis a escuchar decretos de Luz que un día yo
emitiera en irradiación en el año 1995, casi. Escuchadlos desde el alma, dejaos
llevar. Pronto todo estará en su lugar. Os amo. Creedme.
JESÚS
EL CRISTO
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