Mendoza-Argentina.- Febrero de 2.005
CHARLA
ACERCA DE: “LA RABIA ”
La rabia es un método eficaz para sacudir el polvo pléxico
que se establece en momentos de incomprensión y aparentes injusticias, más que
nada siempre: en estados emocionales que no son bien comprendidos por la mente
concreta.
La rabia
tiene varios factores o válvulas de escape y son ellas en su mayor medida,
simples consortes de la subestimación o la superestimación no valorada o
exacerbada y no apreciada por los demás. Es un paquete de dinamita interior
que puede explotar en algún momento y el cual no es conveniente reprimir,
bajo ningún aspecto. Lo mejor
siempre, es hacerla pasar por una catarsis, lo más rápido posible, para que
luego no se convierte en una dolencia.
Por ejemplo,
hablemos de una pareja: en una discusión o circunstancia específica de duda o
incomprensión, ambos tendrán parte de verdad y ambos tendrán parte de error. No
culpemos, no culpemos. Esa es una energía muy densa.
La rabia
es un poder enorme; es como si fuera el gato (lo llama
Las torres...esas son nuestras torres; a nuestro
subconsciente le encanta mantener la fachada, las torres, las estructuras.
Pero, en ese querer mantener en los recovecos (disculpen el ejemplo que les voy
a dar, puede ser un poco grotesco),...es como los intestinos. Tienen
recovecos y recovecos...y si no los limpiamos, siempre habrá residuos. Y si
hay residuos: habrán flagelos metafísicos. Y si hay flagelos metafísicos,
cuando hacemos un trabajo como el que hicimos, de querer limpiar una situación
del pasado, en nuestro consciente, hacemos una meditación o un trabajo. Muy
bien.
El consciente le envía órdenes
al subconsciente para trabajar. Pero si esa rabia es muy profunda y se halla en
el inconsciente, hay todo un pasaje. Es un viaje. Y nuestra meditación, la cual
creemos tan trascendental y tantas veces quedó a medio hacer, cuando eso creímos,
que trascendimos y no trascendimos nada, o una proporción ínfima del problema,
el consciente le pasa la orden al subconsciente y la orden o la meditación que
es una energía, la propulsamos hacia el subconsciente que está a “medio
iluminar” y tiene como dijimos, partes oscuras aún.
Cuando la energía llega al inconsciente, llega débil, llega
enferma, llega con virus del subconsciente, porque el pasaje no es un
corredor limpio. Está todo polucionado.
Por tanto, el inconsciente
recibió vagamente aquella energía de que tienen que perdonar, de que
tienen que perdonarse, y todo lo que nosotros le mandamos hacer. Por tanto: si
la emisión de energías fue débil,
obviamente, cuando el inconsciente responde a esa energía que llegó, como un
fax muy débil...como si fuera una clave morse...va a tener que volver la
respuesta, por el subconsciente de vuelta. Y se va a volver a enfermar y van
a encostarse más larvas astrales, más virus metafísicos nuestros, mas
mentiras, mas hipocresías, y va a salir al consciente una respuesta que
nosotros nos la vamos a creer, que es lo que El Maestro llama: “DISFRAZ DE COSA BIEN HECHA”...
Y nos creemos buenísimos. Nos creemos
buenas personas. Nos creemos espirituales, porque hemos hecho cursos, porque
sabemos esto o aquello.
NO, no sabemos; conocemos, acá, en la mente
concreta. Pero dicha mente no sirve para hacer meditación.
Necesitamos
ser honestos, comenzar el trabajo en la mente intuitiva; de allí pasarlo al
alma, y es el alma que va a hacer su trabajo hacia el sub e
inconsciente. Ese trabajo lleva años, lleva vidas, lleva encarnaciones.
Ahora:
en
Y luego
comenzamos a trabajar sobre los miedos inconscientes. Otro lapso. Y luego de
eso, cuidado, cada vez más sutil: comenzamos a trabajar sobre los miedos del
alma.
Estos son tres temas que vamos a trabajar separadamente a través del
año. Eso no se trasciende en poco tiempo, pero siempre depende del
discípulo. Puede que alguien lo
trascienda rápido, porque ponga mucha energía en el “proyecto” de luz propia.
Es difícil. Es difícil para quien hasta ahora se ha quedado tranquilo, se ha
quedado con el disfraz de “cosa bien hecha” (yo soy espiritual, porque estoy en
un grupo, porque estoy haciendo cursos, porque leí, porque aquí, porque allá...)
Excusas, excusas, excusas...
El trabajo de autorrealización
del alma o iluminación, se hace a solas y en silencio con uno mismo.
Nadie de
afuera nos va a iluminar. Nadie. Ni los Maestros ni nadie. Somos nosotros que debemos responsabilizarnos por la “limpieza”. Los
Maestros nos dan las herramientas. Los Maestros nos orientan, pero no hacen el
trabajo por nosotros. Así que: empecemos por sacarnos el “disfraz de cosa bien
hecha”.
Vamos a dejar un trabajo de casa, como
cuando íbamos a la escuela; en algún momento de la semana, hagamos una lista,
siendo absolutamente genuinos, de todas las cosas que creemos que ya
somos. (Yo soy buena, yo soy generosa, yo soy caritativa, yo soy
compasiva, yo soy, yo soy, yo soy)...Coloquen todo lo que ustedes crean que
son vuestras virtudes. Escríbanlas
sin miedo; sean absolutamente genuinos, honestos.
Luego,
en otra lista aparte, escriban (acá comenzaran a trabajar la rabia): el “yo
no soy” esto o aquello, (Yo no soy linda, yo no soy buena, yo no soy
dadivosa, yo no soy generosa, yo no soy espiritual, yo no soy lo que ustedes
creen que no son).
Vamos a
hacer un balance entre las virtudes y los aparentes defectos o errores.
Cuando
hagan la lista, no intenten raciocinar nada de lo que escribieron. Allí,
esta la clave. Dejen que sea el alma. El día que ustedes sientan que están
neutros, que vieron pasar dos pajaritos hermosos, o vieron una nube alargada en
el cielo: ese es el momento; hagan la lista. Les va a venir como una
fuerza, que lo van a hacer en cinco minutos. ¿La escribieron? Prohibido mirarla.
Dejen;
al día siguiente tomen los papeles. El día anterior, tuvieron un momento en que
se abstrajeron y ese momento fue neutro. Un momento de no
mente; ese es el momento de cura. Ese es el momento genuino: no
mente.
Cuando al cabo de unos días, les venga
otro momento de no mente, que para eso se tienen que dar tiempo, se tienen que
mimar, amar, tener tiempo para estar consigo mismos...cuando están embebidos en
lo que están haciendo...y no están en mil cosas... (Porque la mente es tan
astuta que le gusta estar en cuatro, o más cosas al mismo tiempo). Error, error...alerta roja... Si tienen la cabeza repartida: ¿Cómo pueden
pensar en la unidad?... ¿Cómo pueden sentir a la unidad, si la mente concreta
es separatista, es astuta? Es escindida.
Sólo
podemos acceder a las verdades más profundas cuando estamos en unidad con
nosotros.
Y acá
vienen cosas consuetudinarias, acá vienen cosas cotidianas que la mente nos suele
traer como hábitos de vida, para tapar esa gran meditación del alma que
es (a algunos no les va a gustar, mejor dicho no le va a gustar a la mente
concreta, al alma le va a encantar)...
La
persona no puede decir que no tiene tiempo de meditar. No puede decir eso
porque es falso.
Entonces
surge la primer clave para tener tiempo para el alma: PRIMER TIEMPO): PONER
LIMITES. Primero, a nosotros mismos. Porque muchas personas solemos
tener a Júpiter bien aspectado (vamos a suponerlo); y Júpiter bien aspectado
nos da una fuerza, una híper fuerza y no
registramos el cuerpo. Cuando queremos darnos cuenta, hemos tenido una
cantidad de energía todo el día, la
desplegamos, la desplegamos (me
hago cargo de eso, porque varias veces los Maestros me postraron para
pararme)...hasta que llega el momento en que uno se da cuenta que está
cansado. Pero cuando estás cansado, no estás cansado, estás: postrado.
Ese es el punto.
Poner límites: con nuestra mente. No puede una persona estar leyendo, leyendo,
grabando información intelectual todo el día; no puede una persona estar
trabajando todo el día con la mente concreta.
Hay que
darse tiempo, darse tiempo para
dialogar con la familia. Prohibir en vuestra
familia de que, a la hora de que esté el grupo familiar en la mesa, para
almorzar o cenar, toquen timbre a cualquier hora y nos hagan interrumpir ese
momento tan maravilloso. Es nuestro tiempo, es sagrado y nuestra casa es nuestro
templo Eso es algo que debería ser enseñado a todos los hijos. Primeramente
a nosotros mismos, como seres humanos. Mi casa es mi templo, y en ella no puede
estar sonando el teléfono y el timbre todo el día. Eso es poner límites.
Digamos que es el mensaje de los Maestros más reiterativo.” Coloca limites,
coloca limites”...
Poner limites...saber cuando debemos
parar de usar la mente concreta. Saber cuando debemos parar de trabajar.
Atención:
¿Hablamos de adictos a las drogas
químicas? Si somos adictos al trabajo, somos adictos igualmente y eso nos
perjudica tanto como tomarse o fumarse una droga.
Ahora hablemos de los LIMITES EN
EL SEGUNDO CÍRCULO: (que son los que viven bajo nuestro techo): (esposo,
esposa, hijos, etc.) No dejarnos manipular nuestro tiempo. Hay tiempo
para la casa, hay tiempo para el trabajo, hay tiempo para los hijos, para la
esposa o el esposo, pero hay tiempo para nosotros. Ese es sagrado... Cuidado
con la “manipulación infantil”, adolescente...marital...conyugal...de madres,
de padres, de gatos, de mascotas, etc.
Y ahora viene el TERCER CIRCULO,
el más difícil de encarar, que es: EL TIEMPO QUE NOS DEJAMOS QUITAR POR
LAS PERSONAS DE FUERA. Esas que no
tienen respeto por nuestro tiempo. Pero cuidado: no echemos la culpa; no
existen víctimas ni victimarios.
Si yo
permito que mi casa sea un alud de gente, (no
tiene nada que ver con reuniones como la que estamos teniendo de común
acuerdo), hablo de días semanales... si yo permito que los días de mi semana
estén ocupados constantemente por gente que me viene a interrumpir en mi
momento sagrado, yo soy la primera que estoy profanando mi templo. No hay
disculpas, y no hay lugar para el trabajo interior espiritual. De ninguna
manera.
Mi
subconsciente estará sucio, no podré llevar el “fax” limpio a mi inconsciente,
no podré trabajar con mi alma y por ende habrán disturbios, de orden emocional,
de orden físico, de orden psicológico, conductual, y lo peor de todo es que
estaremos generando un karma pesado por negligencia espiritual. ¿Saben por qué?
Porque sabemos, conocemos lo que tenemos que hacer y no lo hacemos. Quien
tiene la casa llena de gente todo el día, está huyendo a las claras de su
trabajo espiritual. Quien pasa hablando todo el día por teléfono, es una gran
excusa de la mente para no trabajar en sí mismo…Aquel que necesita estar
hablando todo el día con otras personas y no respeta el silencio de su alma
(el alma esta clamando a gritos: “habla conmigo”)...“dialoga conmigo que
yo soy la que tengo las respuestas”), no tu vecina. Hay momentos para
todos, pero: ¿Y para el alma, que es la que tiene nuestra verdad? Las respuestas, las soluciones...
¿Cuándo
le damos tiempo? ...Recuerden, cuando vengan a importunarnos: saber decir
que no, es tan importante como saber decir que si. Tenemos que decirle sí a
nuestra alma, que es sagrada.
La pregunta es: ¿Por qué algunas
personas tienen la necesidad de estar siempre en casa de otras personas? Porque
están huyendo de su segundo círculo y de su primer círculo. No hay trabajo
espiritual. Hay una negligencia absoluta. Por tanto, ¿cuándo les va a hablar el
alma? ¿Cómo se va a descargar esa rabia?
A veces, la rabia esta muy arraigada
y proviene de hechos no resueltos de otras encarnaciones; está muy arraigada.
El tema está abierto. Atendamos
ahora a las preguntas o cuestiones que tengan...
P)
¿Cómo se lleva la rabia al consciente, cuando esta está ubicada tan inconscientemente?
Uno sabe que tuvo momentos de rabia en ésta vida, pero a veces nos parece
que eso ya pasó. ¿Cómo hacemos para podernos sanar?
R) Lo hablado de los tres círculos,
es la respuesta. La persona que huye de
la casa, que no ama su casa, se tiene que preguntar por qué no le gusta
estar en su hogar. Porque si tú estás
bien en tu casa física, estás bien en tu casa del alma. Las personas que les encanta estar
constantemente fuera de su casa, se pregunten por qué están fuera de su Templo
interior tanto tiempo. Eso, claro esta, descontando las responsabilidades
que tenemos fuera, como ser el empleo, y otros menesteres, claro está. ¿Por qué
hay personas que aún volviendo cansados a casa, de sus tareas, lo primero que
hacen es tomar el teléfono y ponerse a hablar con fulano o mengano? ¿Qué pasa? Hagan
silencio. Si cuando uno llega al hogar, lo primero que debe anhelar la
persona, es sentarse por un rato y que nadie le hable, estar a solas consigo
misma. O hacen otra cosa: encienden el televisor, y ni siquiera lo miran,
porque necesitan compañía, dicen ellas. Computadoras prendidas sin que estén en
uso, cando bien sabemos que los Maestros nos han enseñado que no se deben dejar
las computadoras encendidas, para que no entren sus energías en nuestro hogar.
(EXTRACTO
DE UNA CHARLA EN
Nenhum comentário:
Postar um comentário