CADENAS INVISIBLES. Muchas veces a través de nuestra
vida, nos sentimos oprimidos, por poco o largo tiempo… esto, claro está,
depende de varios factores: karma, misión, o falta de decisión para cortar
dichas cadenas. Estas podrán ser invisibles, pero se sienten como martillazos
en tu cerebro, como espinas en tu corazón, o como si estuvieras literalmente
encadenado, o amarrado con un sinfín de nudos. Pero, la primera pregunta sería:
¿cómo llegué yo a este estado? ¿Por qué lo he permitido? ¿Por qué no puedo
deshacerme de ellas luego de tanto tiempo? Pues, porque tú lo has permitido… a
menos que sea un karma que hayas traído contigo de vidas anteriores. ¿Qué
debería hacer?, te preguntas con frecuencia. Quizá se te ocurra tomar una
determinación, una decisión de vida… pero a los pocos minutos, ya lo habrás
olvidado. ¿Y eso por qué? Porque no tienes confianza en ti mismo/a. Porque algo
dentro de ti continúa mintiéndote y tú lo permites. Así, continúas por la vida
arrastrando esas cadenas que tú misma has permitido te fueran colocadas, de tal
manera que no ves la salida, ni la solución a ello. ¿Cómo romperlas? No puedes
romperlas. Pero sí puedes ir deshaciendo poco a poco las causas que te llevaron
a aceptarlas. Lleva tiempo, pero se logra. En el ínterin… ten paciencia, mucha
paciencia… y trata también de ponerte “en los zapatos” de la otra persona,
quizá la que tú piensas que te puso esas cadenas… Inténtalo aunque sea una vez.
Y verás lo que no quieres ver en ti. Eso te ayudará a ir deshaciéndote de tus
propias cadenas, que, al fin y al cabo, fueron una transacción entre tú y la
otra persona. Vuélvete libre pero sin rencores. Sal de tu cueva y comienza a
caminar desde el principio del gran camino de la vida, como si fuera la primera
vez que las cosas te parecerán tan obvias, claras, y con sentido, que podrás
dejar cualquier “mochila” que cargabas sobre tus hombros. Pero no la pongas en
el medio del camino de nadie para que se tropiece. Toma cuidado y camina de
forma limpia, metódica y disciplinada. Verás la diferencia.
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