OLVIDO Y PERDÓN. El olvido pertenece a la mente. El
perdón, a nuestra alma. Puede que se nos olviden objetos, memorias, algunas
extravagancias del pasado, etc. Pero cuando en el acto de continuar viviendo
frente a situaciones o afrentas que atentan contra nuestro corazón, debemos
declararnos primeramente, en transfiguradores de lo ocurrido. Tamizarlo.
Comprenderlo. Luego: alquimizarlo. No es un proceso fácil. Es lo que hace falta
en el Hombre para poder lograr un estado de paz interior. Una y otra vez puede
el ser creer que ha perdonado a otro algo que le hizo o supone que lo ha agredido,
y nuevamente, el rencor se hará presente, porque no hubo alquimia. Se ha hecho
el trabajo bajo el tamiz de la mente concreta y allí, en “ese lugar
dimensional”, no se produce el perdón. La humildad, la aceptación y posterior
comprensión de lo que ha sucedido entre nosotros y el o los otros, será lo que
finalmente nos hará libres de dolores internos que, si no los transmutamos,
pueden somatizarse y volverse enfermedades muy fuertes dentro de cada ser. Tú
eliges. O el martirio de seguir repitiendo el hecho en tu mente y ser, o
hacerte libre y continuar sin ese fardo.
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